La sequía en el Amazonas en 2010 causó grandes emisiones de CO2

>> lunes, 7 de febrero de 2011

Fuente: Pepe Grillo

Sequías severas como la del 2005 y 2010 transformana a la mayor selva del mundo de una esponja que absorbe emisiones de carbono a una fuente de gases, acelerando el calentamiento global.

Árboles y otro tipo de vegetación en las selvas del mundo absorben el CO2, que atrapa al calor, mientras crecen, con lo que ayudan a enfriar el planeta. Sin embargo, cuando mueren y se pudren, liberan ese gas.

La selva amazónica llegará un momentó en que pasará de ser un valioso lavadero de carbono que desacelera el cambio climático a una gran fuente de CO2 que podría acelerarlo.

La sequía del año pasado causó escasez de lluvias sobre una extensión de 3 millones de kilómetros cuadrados de la selva, frente a 1,9 millones de kilómetros cuadrados afectados por la sequía del 2005.

El año 2010 fue más intenso, por lo que causó una mayor mortalidad de árboles y tuvo tres grandes epicentros, mientras que la sequía del 2005 se concentró principalmente en la región amazónica del sudoeste.

Como resultado, la selva amazónica no podrá absorber sus 1.500 millones de toneladas usuales de CO2 de la atmósfera en el 2010 y el 2011.
Además, los árboles muertos o en descomposición liberarían 5.000 millones de toneladas del gas en los próximos años, con un impacto total de alrededor de 8.000 millones de toneladas.

Las emisiones combinadas causadas por las dos sequías probablemente fueron suficiente para cancelar el carbono absorbido por la selva en los últimos 10 años.
La escasez de lluvias registrada el año pasado puede tener un impacto superior. Se prevee que se sobrepasen esos 5.000 millones de toneladas, hasta situarse en los niveles de emisión de países como Estados Unidos –en 2009, EE UU emitió 5.400 millones de toneladas procedentes de combustibles fósiles.

Tener dos eventos de esta magnitud en rápida sucesión es extremadamente inusual, pero lamentablemente también es consistente con los modelos climáticos que proyectan un futuro sombrío para la Amazonia.

La selva amazónica, que cubre un área de aproximadamente 25 veces el tamaño de Reino
Unido, actúa como receptor de CO2 atmosférico. En un año meteorológico normal, absorbe aproximadamente 1.500 millones de toneladas de CO2, una cantidad que consigue equilibrar las emisiones provocadas en otras zonas del Amazonas afectadas por la deforestación, la tala y los incendios y que había ayudado a frenar el cambio climático en las últimas décadas.

No fue así en 2005. Ni tampoco el pasado año, cuando el nivel del agua en los cauces de algunos ríos llegó hasta mínimos históricos, como fue el caso del río Negro, afluente del Amazonas. De este modo, el río más caudaloso del mundo ha visto cómo su calado se reducía cerca de 14 metros en algunas zonas.

La sequía generalizada secó grandes ríos en la selva amazónica y aisló a miles de personas, además de impactar a científicos del clima habían dicho que la sequía del 2005 como un evento que se da una vez al siglo.

Los dos períodos de intensa sequía concuerdan con las predicciones de algunos modelos que pronostican que la selva se enfrentará a mayores extremos climáticos este siglo, con sequías más intensas y la harán más vulnerable a incendios, que a su vez podrían dañar su capacidad de recuperarse.

Aunque la deforestación causada por humanos ha caído agudamente en Brasil, los científicos sostienen que la selva aún es vulnerable.

Un tema crucial es si las sequías están siendo producidas por mayores niveles de gases de efecto invernadero o si son una anomalía. Si son producto del calentamiento global, un círculo vicioso de temperaturas más cálidas y sequías podría llevar a una transformación a gran escala de la selva en un período de décadas.
Fuente: Pepe Grillo

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